sábado, 25 de febrero de 2012

Manuel



Si hubiese sabido que el tiempo concedido iba a estar tan limitado, hubiese tenido el valor para pedirte los dos besos que no me diste, hubiese buscado el momento de cobrar una prometida vuelta en silla y te hubiese confesado que me gustaba tu compañía.

No sé desde qué momento se considera coherente o está permitido echar de menos a alguien pero te cruzaste en mi camino y dejaste una huella que prometo no borrar hasta mi final. Nunca olvidaré tu forma de escuchar y leer entre líneas, tu rapidez verbal con las rimas de Idoya y tu sonrisa traviesa.

Me cuesta aceptar que fuese el momento, tú momento, la forma me produce rabia y frustración, y todavía creo que solo te has escondido, que podremos volver a verte y que habrá un nuevo día para ir al cine… 

...Porque este adiós desea un hasta luego...