lunes, 13 de junio de 2011

Mis certezas desayunan dudas


Me dijeron que estaba bonita y salí en su busca como si, desde allá arriba, su cada vez más redondo contorno blanco me fuese a echar una mano para ordenar mi particular tormenta de ideas y... hubo conclusiones:


Me resulta más fácil...
Escuchar que escucharme 
Querer que quererme 
Consolar que consolarme 
Leer que leerme 
Olvidar que olvidarme...
Y, sin embargo, 
Culparme que culpar
Prohibirme que prohibir. 


Pero habrá quien me lea encontrando las palabras exactas para una confusión que no me pertenece y no puedo quedarme pues ya fue de otros y de otros será... 


La pálida 


Mis certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en Montevideo y en cualquier otra parte. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo, y no tengo, ni quiero tener, nombre ninguno: entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.

Eduardo Galeano 

Thank you!

domingo, 3 de abril de 2011

Libertad




¿Cuántas veces se habrá intentado definir qué es la libertad? ¿Cuántas veces se habrá soñado con llegar a ser libre? ¿Cuántas veces nos sentimos prisioneros de nuestras propias decisiones? Una amiga me enseñó que cuando alguien cree ser libre es porque no ha volado lo suficiente alto como para encontrar sus cadenas... En cualquier caso, me gustaría compartir la particular interpretación de Rosa Regàs, publicada hace unas semanas en un diario digital.

Libertad Rosa Regás

Son tantos los años que las mujeres llevamos siendo educadas en el sacrificio, la renuncia, la entrega (y como redención de nuestros pecados el inevitable remordimiento) no solo como virtudes sino como las únicas que han de dar sentido a nuestra existencia, que cuando decidimos iniciar el camino hacia la libertad y la dignidad, no partimos de cero sino de muchos enteros bajo cero. Hasta que llegamos a esa cifra sin contenido el camino es azaroso y plagado de luchas feroces con la sociedad, la moral establecida y, sobre todo, con nuestras conciencias, pero una vez en él, en el nivel cero, comenzamos a sentirnos seres humanos con capacidad de conocer, de elegir, de vivir a nuestro modo.
Nunca nos hablaron de libertad, como si fuera un objetivo que ni podíamos ni debíamos alcanzar, como si nuestra mente no estuviera dotada para comprender lo que significa en la vida de los humanos.
Es sólo cuando hemos alcanzado la mayoría de edad en estos valores universales cuando nos damos cuenta de que la libertad es un bien muy sutil que penetra como un misterioso aroma en todos los ámbitos de la vida. Un camino más que una meta que nos exige al menos tres distintas modalidades para seguir creciendo:
Libertad de conciencia que nos permite aceptar o no aceptar lo que se nos ha impuesto, sobre todo en lo que se refiere a las ideas que son universales y aplicables a todos los humanos, como, por ejemplo, la justicia; e igualmente a las creencias, como la religión o la moral o la tradición que solo pertenecen al ámbito de lo particular.
Libertad sexual, no como la entendemos comúnmente hoy, la decisión de tener  relaciones sexuales con quien queremos, que por supuesto también compete a nuestra voluntad, pero que no forzosamente nos hace más libres, como no lo fueron la mayoría de  cortesanas de todos los tiempos. Sí en cambio entendida como la que nos convierte en exclusivas propietarias de nuestro cuerpo y en consecuencia decidimos si queremos o no queremos tener hijos; con quien, cuantos y cuando los queremos tener.
Y finalmente la Libertad económica sin la cual en ningún caso existe la libertad, ni para los hombres ni mucho menos para las mujeres.
Entendemos también con el tiempo que si cualquiera de estas formas de libertad podemos compartirla, voluntariamente y de corazón, con la persona que amamos añadiremos al goce de practicarla el placer de la complicidad.
Lo que comprendemos de inmediato es que la verdadera libertad nos permite no aceptar nunca nada de nadie, sea el papa de Roma, el presidente de nuestro gobierno, nuestro padre o nuestra madre, nuestros amigos, hijos, maridos o amantes, sin que antes haya pasado por nuestro entendimiento. A partir de ahí la última palabra es la nuestra.
Pero la falta de libertad no sólo es, por mucho que lo denunciemos, patrimonio exclusivo de las mujeres, porque las mismas trabas para la libertad con las que hemos de luchar nosotras, las encuentran en muchos otros órdenes los hombres de todas las religiones y razas del mundo.

martes, 22 de marzo de 2011

Si quieres más... ¡¡GRITA!!

El portátil encima de la mesa. Servirá para repasar algunos temas y aprender algo nuevo. Entre confidencias y risas transcurre la tarde en buena compañía. Se hace tarde y pedimos pizza para cenar. Dos horas después nos despedimos en el portal de mi casa. Pero haces una última confidencia. No hay tiempo. Tu autobús está a punto de llegar y yo tengo que ir a buscar mi coche. Tomamos la misma calle pero direcciones distintas. El suelo mojado y la ciudad desierta me permiten escuchar el ruido de los pasos solitarios y acelerados de mis botas. Me vuelvo para mirarte intentando y deseando poder hacerte cambiar de opinión. Quiero ayudarte y no sé cómo hacerlo. Siento que algo me persigue y me hace estremecer, viene desde el interior: un vendaval de palabras, de ideas inconexas que se rompen ante la impotencia de no poder hacer nada.
Andas envuelta en una tristeza que conozco aunque las huellas y las heridas no son las mismas. También conozco las ganas de llorar ante la visión de una vida insoportable.
Sé que mi obligación es respetar tus decisiones aunque me gustaría pedirte que siguieses adelante. Una vez más. Un intento más. Un esfuerzo más. Quisiera pedirte que abras todas las puertas posibles y que no te rindas. Deseo, querida amiga, que no olvides nunca que, como diría el bueno de Benedetti, “usted sabe que puede contar conmigo”. 


lunes, 28 de febrero de 2011

Me basta así

Empezar a hablar sobre sí mismo es una de esas tareas que una siempre quisiera posponer para otro “mejor momento” que, por otro lado, nunca llega. Ese es el motivo que nos lleva en busca de otros recursos; mecanismos de defensa que dejamos preparados para actuar automáticamente en cualquier situación y que evitan la realización de una revisión personal mucho más profunda. Así es como aprendí a definirme como una persona “complicada que espera de la vida más de lo que ésta puede dar”, dejando la ventana abierta a múltiples interpretaciones y la invitación explícita a seguir escuchando entre líneas, si es que se quiere saber más.

Sin embargo, un día escuchas un poema que, sin querer, te obliga a realizar esa revisión tantas veces pospuesta. ¿Resultado? Hay que enmendar la definición. Lo complejo se vuelve sencillo cuando es otro el que escribe, cuando es otra voz la que habla. El caos toma cierto orden. Y sonrío porque mi complejidad ya fue de otros antes y, ahora sé, será de otros después. En este momento, con eso, “me basta” ;)  

Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

Ángel González.


Gracias...

sábado, 26 de febrero de 2011

Ser o no ser.. "convencional"

Si introduces el término "convencional" en la RAE, aparece lo siguiente:

convencional
(Del lat. conventionālis).
1. adj. Perteneciente o relativo al convenio o pacto.
2. adj. Que resulta o se establece en virtud de precedentes o de costumbre.
3. adj. Dicho de una persona, de una actitud, de una idea, etc.: Poco originales y acomodaticias.
4. adj. Dicho de un acto, de una costumbre, de una indumentaria, etc.: Que se atienen a las normas mayoritariamente observadas.
5. m. Individuo de una convención.

En WordReference encontramos:

convencional

1. adj. Que resulta o se establece por convenio o por acuerdo general. Las señales de tráfico son signos convencionales.


Sin embargo, nadie nos ha presentado un convenio por el cual deba regirse nuestra vida ¿no? Ni tan siquiera se nos ha pedido opinión. Ahora bien, si nos salimos de los límites establecidos de forma implícita por esta nuestra sociedad entonces, resulta que, dejar de ser convencional, arrastra tintes peyorativos.

Pues, francamente, creo que el término está sobrevalorado. Otro día abordamos los "prejuicios".

Vivir, dejar vivir y disfrutar "del viaje", ¿de verdad es tan difícil?


lunes, 24 de enero de 2011

Hoy... turno para Benedetti

¿Qué por qué Benedetti? Porque siempre es un buen momento para buscar consuelo en sus brazos y de paso, trabajar la resiliencia...

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti


domingo, 23 de enero de 2011

Te deseo



Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro

Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
frente a ti y digas: "Esto es mío".
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus defectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.


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Este poema se atribuye en internet a Víctor Hugo, pero otras fuentes apuntan a que es de Sérgio Jockymann. Independientemente del autor, el mensaje es el mismo. 
Yes, I wish it...

domingo, 16 de enero de 2011

Siguiendo el ejemplo de Edison

Esta bitácora ha recibido el apto. Sí, ha sido más discreto de lo que me hubiese gustado, pero si partimos y aceptamos que el concepto "evaluación" corresponde al proceso de recogida de datos que nos da la posibilidad de mejorar, no está tan mal, ¿no? Claro, ahora se trata de mejorar o, al menos, ir regando lo suficiente para que no muera, así que... hora del segundo "post":

Una entelequia me ha llevado estos días a recordar una historia sobre el prolífico Thomas Edison cuando éste inventó la lámpara eléctrica.

Edison inventa la lámpara y un periodista se acerca y le dice algo similar a esto:

.- Sr. Edison, antes de inventar la lámpara, usted realizó mil intentos fallidos. ¿A qué cree que se debieron tantos fracasos?
.- ¿Fracasos? Yo no fracasé ni una sola vez. Realicé los mil intentos necesarios para llegar a inventar la lámpara eléctrica.

No me gusta nada la palabra fracaso, y no creo que se perdiese nada si la RAE la borrase junto al acento de "solo" (y eso que, a ése, sí lo echo de menos). No entiendo por qué algunas personas tienden a tachar los errores de los demás como fracasos, cuando ya se sabe que "errar es humano" y forman parte de nuestro aprendizaje. Por tanto, y coincidiendo con Edison, "pasos necesarios" para seguir creciendo.

jueves, 6 de enero de 2011

Hora de empezar...

Supongo que todos tenemos una lista llena de tareas pendientes. La de crear un blog, era una de esas tareas pendientes que llenaban la mía y, ahora que lo estoy creando, considero que, si no lo había hecho antes, era porque no quería comprometerme a darle continuidad.

Sin embargo, esto podría ser incoherente con una de mis máximas; "la necesidad de no quedarse atrás con las Nuevas Tecnologías".

¿Hasta dónde llegará esta aventura? Ya se verá...