lunes, 28 de febrero de 2011

Me basta así

Empezar a hablar sobre sí mismo es una de esas tareas que una siempre quisiera posponer para otro “mejor momento” que, por otro lado, nunca llega. Ese es el motivo que nos lleva en busca de otros recursos; mecanismos de defensa que dejamos preparados para actuar automáticamente en cualquier situación y que evitan la realización de una revisión personal mucho más profunda. Así es como aprendí a definirme como una persona “complicada que espera de la vida más de lo que ésta puede dar”, dejando la ventana abierta a múltiples interpretaciones y la invitación explícita a seguir escuchando entre líneas, si es que se quiere saber más.

Sin embargo, un día escuchas un poema que, sin querer, te obliga a realizar esa revisión tantas veces pospuesta. ¿Resultado? Hay que enmendar la definición. Lo complejo se vuelve sencillo cuando es otro el que escribe, cuando es otra voz la que habla. El caos toma cierto orden. Y sonrío porque mi complejidad ya fue de otros antes y, ahora sé, será de otros después. En este momento, con eso, “me basta” ;)  

Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

Ángel González.


Gracias...

sábado, 26 de febrero de 2011

Ser o no ser.. "convencional"

Si introduces el término "convencional" en la RAE, aparece lo siguiente:

convencional
(Del lat. conventionālis).
1. adj. Perteneciente o relativo al convenio o pacto.
2. adj. Que resulta o se establece en virtud de precedentes o de costumbre.
3. adj. Dicho de una persona, de una actitud, de una idea, etc.: Poco originales y acomodaticias.
4. adj. Dicho de un acto, de una costumbre, de una indumentaria, etc.: Que se atienen a las normas mayoritariamente observadas.
5. m. Individuo de una convención.

En WordReference encontramos:

convencional

1. adj. Que resulta o se establece por convenio o por acuerdo general. Las señales de tráfico son signos convencionales.


Sin embargo, nadie nos ha presentado un convenio por el cual deba regirse nuestra vida ¿no? Ni tan siquiera se nos ha pedido opinión. Ahora bien, si nos salimos de los límites establecidos de forma implícita por esta nuestra sociedad entonces, resulta que, dejar de ser convencional, arrastra tintes peyorativos.

Pues, francamente, creo que el término está sobrevalorado. Otro día abordamos los "prejuicios".

Vivir, dejar vivir y disfrutar "del viaje", ¿de verdad es tan difícil?