Me dijeron que estaba bonita y salí en su busca como si, desde allá arriba, su cada vez más redondo contorno blanco me fuese a echar una mano para ordenar mi particular tormenta de ideas y... hubo conclusiones:
Me resulta más fácil...
Escuchar que escucharme
Querer que quererme
Consolar que consolarme
Leer que leerme
Olvidar que olvidarme...
Y, sin embargo,
Culparme que culpar
Prohibirme que prohibir.
Pero habrá quien me lea encontrando las palabras exactas para una confusión que no me pertenece y no puedo quedarme pues ya fue de otros y de otros será...
La pálida
Mis certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en Montevideo y en cualquier otra parte. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo, y no tengo, ni quiero tener, nombre ninguno: entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.
Eduardo Galeano
Thank you!