El
pasado sábado día 28 de diciembre el cielo celebró la ausencia que nosotros aquí
lloramos. Abuelita,
es tanto el dolor que en este momento sentimos, que las palabras no bastan. Es
tal el vacío que tu ausencia nos deja, que hallar consuelo, resulta imposible.
Aunque
nos veas tristes, tienes que saber que estamos agradecidos y nos sentimos muy afortunados
por haber tenido durante 96 años a la mejor madre, la mejor abuela, la mejor
bisabuela y la mejor suegra. Has sido para nosotros un gran ejemplo de amor,
bondad y generosidad.
Gracias
abuelita, gracias por todo el inmenso amor que nos has dado, gracias por tu
dulzura, por tus miles de caricias y besos, gracias por cuidarnos y
protegernos, gracias por todo lo que nos has enseñado, gracias por entregarte
incondicionalmente y sin reservas, gracias por la paz que siempre has sembrado
a tu alrededor y gracias por los mejores veranos de mi vida. Has sido uno de
los grandes pilares de mi existencia y una gran parte de lo que hoy soy, lo
hiciste tú. Gracias.
Abuelita,
desde donde estés, míranos, estamos todos juntos, acompañándote en el último
trayecto de tu camino, tal y como tú querías. A partir de ahora, mándanos
fuerza para seguir sin ti y no dejes de cuidarnos. Nosotros
imaginaremos que ya estás con el abuelo al que tanto has echado de menos
durante todos estos años, con tu hijo, con tus padres y hermanos, y en una
nueva Foguera, con higueras y bancos
de hormigón donde pasar las tardes de verano junto a los demás vecinos.
Abuelita,
descansa tranquila, ya estás en casa, en el pueblo que te vio nacer, que tanto
has amado y en el que has sido tan feliz,
y no olvides que te quiero, todos los que estamos hoy aquí, te queremos muchísimo
y te prometo que nunca vamos a olvidarte.
Tuya, siempre.